La traducción de películas existe desde tiempos inmemoriales y aunque pudiese parecer tarea sencilla, lo cierto es que no consiste en un proceso lineal y directo como podría tal vez serlo la traducción de documentos.
Cuando traducimos diálogos o interacciones entre personas, no es suficiente con hacer una traducción literal de las palabras que oímos; necesitamos entender el contexto, la cultura y la intención original del guión para no alterar el significado; y por eso el proceso representa un gran desafío.
La traducción de una serie, documental o película puede pendular entre dos extremos: una buena traducción con el potencial de llamar la atención de los críticos, cinematógrafos y el público en general; o una mala traducción con el potencial de desvirtuar el mensaje y arruinar la experiencia completa del espectador.
En este último extremo justamente se ha encontrado Netflix recientemente con la serie de Luis Miguel; y el gigante de streaming ha sido tremendamente criticado por traducir la frase Sevillana “mi arma” (mi alma) como “my weapon”.
Aunque la empresa ha sido muy rápida en corregir el subtitulado del episodio en cuestión, corregir el doblaje les costará un poco más de dinero y tiempo.
Perdernos en una traducción es algo que sucede con frecuencia y más allá de las críticas, hoy quiero llamar tu atención al desafío que supone hacer un BUEN trabajo de traducción.
Entre los retos de la traducción de las películas bien sea en formato escrito (subtitulado) u oral (doblaje) puedo destacar los siguientes:
Argot o jerga: no siempre conocemos la jerga del idioma original, y mucho menos las diferencias culturales entre países
Apodos o motes: ¡las connotaciones culturales de los apodos de una persona nunca tienen el mismo poder cuando los traduces a otro idioma!
Palabrotas o vocabulario soez: ¡cuidadito con usar palabras que resulten ofensivas en otro idioma al hacer una traducción directa! Como no estés puesto con las diferencias culturales, lingüísticas y temporales; lo llevas un poco crudo.
Expresiones faciales y gestos: seguimos incidiendo en la importancia de las diferencias culturales cuando el lenguaje corporal no siempre dice lo mismo en distintos idiomas.
Entonación: sabemos que una misma frase en español puede entonarse de múltiples maneras y cambiar su significado por completo en cada una de ellas. Ahora prueba a traducirlas a otro idioma y mantener esos matices.
Palabras intraducibles: no todas las palabras tienen traducción o términos equivalentes en otros idiomas y ¡eso complica las cosas too much! Piensa en los asiáticos que tienen palabras y expresiones para definir conceptos que nosotros ni nos imaginamos en español.
Humor: el sentido del humor también está asociado al contexto cultural y superar eso a nivel de las barreras idiomáticas resulta completo. A veces no nos hacen gracia ciertos chistes culturales, visuales o musicales de otros países, imagina lo complejo que resulta adaptarlo al idioma local.
Verbos compuestos: en inglés existen múltiples verbos que van acompañados de una preposición, de un adverbio o de ambas cosas que cambian por completo el significado del mismo verbo. No siempre son fáciles de reconocer y dar con el significado correcto de cada uno al hacer las traducciones, resulta más que desafiante.
Prefijos y sufijos: aunque nos ayudan a crear nuevas palabras, resultan ser una auténtica pesadilla a la hora de traducir. Estas capas extra que existen en un idioma, no siempre son equivalentes en el idioma de destino; especialmente si hablamos del español y el inglés.
Modismos y expresiones idiomáticas: también pasan por superar las diferencias culturales para utilizar frases y expresiones equivalentes que consigan despertar las mismas ideas, emociones o pensamientos.
Por todo esto es que los trabajos de traducción suelen ser costosos, porque no nos dedicamos a traducir palabras sino conceptos que consigan transmitir una idea o una intención que va más allá del discurso verbal. ¿Qué opinas tú de todo esto? ¿Te has perdido alguna vez en una traducción? ¡Te leo en los comentarios!